2 de octubre de 2010

Será por razones

Cuando decidimos independizarnos solemos buscar un piso compartido, bien en el barrio donde nos hemos criado, bien en el centro de la ciudad. En nuestro caso (en el de las dos) la situación económica de nuestros progrenitores es muy superior a las nuestras y la mayoría de nuestros amigos se han ido diseminando por la geografía madrileña. Es agradable conocer el entorno, las tiendas, el transporte y la zona a la que vas a mudarte para no sentirte solo en un ambiente extraño y desarraigado. Así que nos mudamos o mudaremos (Ester va de cabecilla, reconociendo el terreno) al barrio donde creció mi madre: Usera.
Guardo muchos recuerdos de mi infancia agarrada a las faldas marrones de mi abuela por sus calles. El camino al colegio a recoger a mi tía, la pastelería donde comprábamos las tartas de cumpleaños y los roscones de Reyes (ya le dedicaré una entrada a este establecimiento), la panadería que hace esquina con Manuel Noya, el mercado y los olores,... Todo es viejo y nuevo a la vez porque Carabanchel, y más concretamente Usera, y todavía más estrechamente la colonia Moscardó, ha cambiado mucho desde que mis pequeñas piernecitas perseguían los pies de mi abuela en sus tareas diarias. Y si vuelvo, en parte es por esa seguridad que me transmitía tomar su mano sin importarme la dirección, porque todo es como una fotografía en blanco y negro a la que le han ido añadiendo elementos a todo color. Por otra parte la decisión de Ester de vivir en el barrio me ha dado el empujón que necesitaba para acelerar (aunque esto de la independencia es un proceso lento, en mi caso muy lento) la compra de mi primera (y seguro que última) vivienda.

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